domingo, 22 de noviembre de 2009

Cerraduras oxidadas

¿Sabes que la primera noche de aquella primavera fría tú no estabas?
¿Sabes que te llamé llorando cuando peor lo pasaba?
¿Sabes que nadie, jamás, se enteró de la mitad de lo que pensaba?
¿Sabes que, después lo supiste y me hacías sonreír haciendo como que no te enterabas?


Verás, las cerraduras antiguas, esas que admiten gachas dentro, se oxidan.
A veces crees que no hay Titanlux que valga.

¡Ja!

Claro que no, la tila es el principio.
Y los principios acaban por los finales, y los finales dan a luz principios.

Esto es así, nada nuevo bajo el sol, salvo que tú y yo seguimos siendo las de siempre.
Más viejas, pero las de siempre.

A la tila

sábado, 14 de noviembre de 2009

Notas en la cama (Cuarta sábana)

Tal vez este comienzo empezó por el fin.

Tengo México a un centimetro y no sé decidir.

Ni convencer.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Nettoyage

"Como limpiar la Gran Vía con dos bastoncillos sin dejar un sólo recoveco de la hiel que mata el perfume de Madrid."

sábado, 7 de noviembre de 2009

Descensos en horizontal

La chica del abrigo azul se sube todos los días en el 7 a las 8.27.

Se baja en la última parada a las 8.44 y, sin dudarlo, sale disparada hacia las agujas de la catedral.

La chica del abrigo azul baja todos los días por un barranco.

Y aún no se ha despeñado.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Notas en la cama (Tercera sábana)

19.42

Sigo preguntándome cómo seguirá tu madre.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Wanted

Necesito ayuda.
Hay una muerte por ejecutar y no sé ni cómo ni dónde podré llevarla a cabo.
Me atormentas, es cierto. Evitarlo sería un error, negarlo una mentira (más) para el repertorio de tus horas.
Siempre llegas, con tu aire de suficiencia, de chico listo y arrogante que se sabe triunfador. Siempre empiezas a fastidiar desde el minuto uno.

Me enfadas.

Me desesperas.

Me haces llorar.

Me sacas la sensibilidad a patadas mientras ríes con tus horas impertérrito ante lo que ocurre a mi alrededor.

Eres asquerosamente odioso. Tanto que no pienso hacerte resucitar el día que mueras.

Domingo, te pienso matar, algún día.

Necesito ayuda para matarle.

Quiero acabar con todos y cada uno de los de tu especie.

Por una muerte (no) digna de los domingos. Reformaré el calendario para que salgas fuera de mi vida y sólo pueda aguantar los sábados en barbecho hasta que llegue el lunes y te transformes en lo que ya no eres.

Misivas

¿Y dices que no es fácil?

¿Has probado a retocar un poco tus teclas básicas?
Quizá el acceso rápido te ha hecho descender tan lentamente al infierno.
Los cursores nunca fueron tu fuerte, ya lo sabes, los ángulos siempre tiran más cuando tu vida está llena de curvas.
He derrapado.
Lo sé, ¿crees que no te he visto? Te visto todos los días, te he visto crecer y ahora te veo refugiarte pequeñísima en tu propio fondo.
Más abajo no voy a ir.
No, claro, siempre puedes descender al inframundo, pero ya lo probaste un tiempo hace años y no te terminó de gustar, ¿verdad?
Sube hacia arriba, aún hay quien te necesita... No me hagas llamarte por tu segundo nombre.
No responderé.

Notas en la cama (Segunda sábana)

10.31

Vuélame la memoria para recordar quién soy.