viernes, 26 de noviembre de 2010

El hijo del óptico.

Tal vez "El hijo de la óptica"

No sé, pero mañana, me pongo con él.

Quiero que quede constancia.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Funciones humanas para almas informáticas

Voy a incorporar a mi vida una nueva función.

Cada vez que no quiera que algo se pierda, pulsaré de forma inconsciente Ctrl + G.

Así me aseguraré de tener todos los momentos buenos para volver atrás cuando quiera.

Y tendré también un Crtl + X para quitar lo que no me gusta y rehacerlo a mi manera con mi Ctrl + V.

[Pero esto, lo digo yo, que soy de letras]

martes, 23 de noviembre de 2010

Arrugas

Antes de dormir, para no faltar a su cita con los pensamientos inútiles, se embadurnó en crema y pensó que así estaría resguardada de la soledad.

Se metió en la cama, huellas de gato esta vez para acompañar a su cuerpo y sintió que el remedio que había puesto a las noches frías era inútil. Seguía estando allí. A su lado, para acompañarla.

Y se acordó de aquella noche, de la maravillosa forma de crear nuevas arrugas en los tejidos naturales y sintéticos que se mezclaron aquella cama, como si no hubiera más forma de gritar que la de un gemido madrugador.

La crema, era inútil, no podía hacer más que acunar a la lógica para apelar al pragmatismo y formar un trío que los hiciera invencibles.

A ellos, y a los recuerdos futuros.

Conspiración auditiva

Mis oídos y yo vamos a hacer una conspiración contra los murmullos para que nada del exterior nos afecte.

[Salvo la cera]

sábado, 20 de noviembre de 2010

Juicio

El juicio perfecto en el que no necesitaremos abogados.

Ni acentos enfrentados. Ni noches calurosas con faroles de fondo. Ni Carmenes hambrientos. Ni zumos. Ni sueños. Ni islas desiertas para pasar la vida. Ni hijos perfectos. Ni perros. Ni casas adosadas. Ni independencia. Ni puerto. Ni barco. Ni más italianos. Ni carpaccio.

No va a valer nada de eso para ninguna de las defensas.

Porque no quiero juicio. No más que el de tus ojos mientras me desnudas. O mientras me pedías besarme. O cuando cenamos. O zumamos. O soñamos. O pensamos en el frío del invierno en la playa. O en lo jodido que debe ser que te vomiten encima. O en que yo, realmente, no quiero perro. Ni una casa adosada. Pero no abandonaré mi independencia. Porque si empezó en un puerto, cerca de un barco y sin italianos, podrá continuar con carpaccio.

Y no seré yo quien denuncie.
Sabemos, desde lo más profundo y doloroso que no es suficiente.

Pero lo niegas.

Como si ignoraras que no es de lo que me entero lo que me duele, sino aquello de lo que no me quieres hablar para no evidenciar que no.

Que no soy suficiente.

Disfraza por tanto las excusas, vacila ante las peticiones y duda cuando me mires a los ojos. Sólo cuando estés a 208 segundos de mi te darás cuenta de que es más que un número.

Podría ser suficiente, pero, para ti, no lo es.

No lo soy.