jueves, 2 de junio de 2011

Culpable

En este juicio, del que ninguno de los dos saldremos vivos me declaro culpable.

Me pesan los cargos de perfección durante la ejecución, de premeditación y alevosía exagerada al querer verte feliz.

Me pesa la culpa de no poder saberme juzgada por un tribunal superior ya que siempre, de alguna forma, implícita o explícita has pregonado mi deficiencia en cuanto a años.

Me pesan los pertinentes cargos por insistencia, por paciencia desmesurada contigo cuando debí haber cometido sola este crimen.

Me pesa haberme librado de una parte importante de mi autoestima por haber odiado durante tantos años mi juventud.

Me van a pesar, más aún, los recuerdos. El alivio supone saber que gracias a alguno de mis cargos anteriores siempre podré enmendarlos con cualquier ángel caído que se entere de una vez que hay presos que merecen que le ensanchen un poco la celda.

Me pesa no haberme metido en tu mundo, no haber sido capaz de ser una idiota más que te bailara el agua porque sí.

Pero, sin embargo, lo que más me pesa es que ya ni siquiera te recuerdo sobre mí. Te has encargado de ir borrando todo aquello. Tú, y la manía de no esperar nada de ti.

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Pensamientos absurdos