sábado, 20 de noviembre de 2010

Juicio

El juicio perfecto en el que no necesitaremos abogados.

Ni acentos enfrentados. Ni noches calurosas con faroles de fondo. Ni Carmenes hambrientos. Ni zumos. Ni sueños. Ni islas desiertas para pasar la vida. Ni hijos perfectos. Ni perros. Ni casas adosadas. Ni independencia. Ni puerto. Ni barco. Ni más italianos. Ni carpaccio.

No va a valer nada de eso para ninguna de las defensas.

Porque no quiero juicio. No más que el de tus ojos mientras me desnudas. O mientras me pedías besarme. O cuando cenamos. O zumamos. O soñamos. O pensamos en el frío del invierno en la playa. O en lo jodido que debe ser que te vomiten encima. O en que yo, realmente, no quiero perro. Ni una casa adosada. Pero no abandonaré mi independencia. Porque si empezó en un puerto, cerca de un barco y sin italianos, podrá continuar con carpaccio.

Y no seré yo quien denuncie.

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Pensamientos absurdos